Nº 68 Semana Santa 2013 Revista El Divino Pastor

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Vive la Semana Santa en la parroquia

Durante la Semana Santa, la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén, y terminando con su resurrección de entre los muertos.

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Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

24 de marzo de 2013

Bendición de ramos en las misas de la mañana.

Misas: 10:00 h, 11:00 h, 12:00 h, 13:00 h y 19:30 h

La Iglesia entra en el misterio de su Señor crucificado, sepultado y resucitado, el cual, entrando en Jerusalén, dio un anuncio profético de su poder. Contiene a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de su Pasión. Los cristianos llevan ramos en sus manos como signo de que Cristo, muriendo en la cruz, triunfó como Rey. Habiendo enseñado el Apóstol: «Si sufrimos con él, con él también seremos glorificados» (Rm. 8,17). Comienza la Semana Santa.

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Miércoles Santo

 27 de marzo de 2013

20:00 h Confesiones

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Jueves Santo en la Cena del Señor

28 de marzo de 2013

19:00 h Cena del Señor

De 20:00 h a 0:00 h Visitas al Monumento

23:00 h Hora Santa

Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella cena en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también lo ofreciesen.

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Viernes Santo de la Pasión del Señor

29 de marzo de 2013

9:00 h Laudes

De 9:00 h a 13:00 h Visitas al Monumento

12:00 h Viacrucis de la familia

17:00 h Muerte del  Señor

En este día, en que «ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo (1Co 5,7), lo que por largo tiempo había sido prometido en misteriosa prefiguración, se ha cumplido con plena eficacia: el cordero verdadero sustituye a la oveja que lo anunciaba, y con el único sacrificio se termina la diversidad de las víctimas antiguas» (cf. San León Magno).

En efecto, «esta obra de la Redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada antes por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo, el Señor, la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada Pasión, Resurrección de entre los muertos y gloriosa Ascensión. Por este misterio, muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró nuestra vida. Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera» (SC 5). La Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y adorando la Cruz, conmemora su propio nacimiento y su misión de extender a toda la humanidad sus fecundos efectos, que hoy celebra, dando gracias por tan inefable don, e intercede por la salvación de todo el mundo. Ayuno y abstinencia.

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Sábado Santo de la Sepultura del Señor

30 de marzo de 2013

23:00 h Vigilia Pascual

Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso a los infiernos, y se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta días pascuales.

Vigilia Pascual Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las santas Vigilias» (San Agustín).

Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12,35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.

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Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

31 de marzo de 2013

Misas: 10:00 h, 11:00 h, 12:00 h, 13:00 h y 19:30 h

Cristo ha resucitado, resucitemos con él. La Resurrección de Cristo es el centro de la vida cristiana y el fundamento de nuestra fe. El sepulcro vacío es anuncio del misterio de la Resurrección y se convierte para los apóstoles en una verdad absoluta que anuncian con firmeza. Es el gran misterio y el anuncio que envuelve la vida del discípulo de Cristo.

Benedicto XVI: un balance de su pontificado

Tenemos Papa: Francisco

El cardenal jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, ha sido elegido Papa con el nombre de Francisco, el 13 de marzo de 2013, por los 115 cardenales electores reunidos en el cónclave. Sus primeras palabras desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en italiano, han sido:

“Hermanos y hermanas, buenas tardes.

Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo…, pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja.

(Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre).

Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí…

Ahora daré la Bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

(Bendición).

Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.”

Homilía del Santo Padre Francisco en la misa de inicio del pontificado

Queridos hermanos y hermanas

Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio;  y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, para salvaguardar la creación.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.

Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que «apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza» (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.

Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.

Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Rezad por mí. Amén.

Vivir un Cónclave

Pocos días después de haber regresado de trabajar para una televisión y un periódico haciendo la cobertura mediática del Cónclave, sólo me puedo declarar muy agradecida. Lo que más me ha conmovido es el amor de los cristianos por su Papa, es decir, por la figura del Papa. Inmediatamente fue anunciado el nombre del argentino Jorge Mario Bergoglio al mundo, ya se le quería. En el epicentro de la plaza de San Pedro la alegría por tener de nuevo un pastor traspasaba las fronteras del idioma, la edad o la condición. La gente se abrazaba, lloraba y se felicitaba. Los vítores al nuevo Pontífice se tornaron en silencio en el momento en el que Francisco nos invitó a rezar. Impresiona no escuchar nada en un lugar abarrotado de personas, y eso que la tarde no invitaba a pasarse el rato en la calle. En apenas minutos, supimos que estábamos ante un gran Papa. Por la parte que me toca, invitar a los periodistas a una audiencia en el Aula Pablo VI fue un detalle que tocó más de un corazón, y no sólo de los profesionales que nos declaramos católicos. Allí bromeó con nosotros, nos explicó de dónde venía su nombre de Papa, nos contó cómo vivió el momento de su elección en el Cónclave y nos hizo más que cómplices de toda su historia…un auténtico detalle de parte del Papa que reconoció que habíamos trabajado mucho durante esos días. Y, aún habiendo vivido jornadas laborales de 20 horas, ha sido todo un privilegio ser testigo de la vida de la Iglesia, y de cómo sopla el Espíritu, que escogió al cardenal que ningún periodista del mundo colocó en las apuestas.

Angelines Conde

Gema y María: neoprofesas

María Jesús Hernández, novicia del instituto religioso Iesu Communio, ha hecho sus votos temporales el pasado 12 de agosto de 2012, en el Convento de San Pedro Regalado en la localidad de La Aguilera, cerca de Aranda de Duero (Burgos), que depende del Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor en Lerma (Burgos).

Sor Gema Olías, novicia de las Hermanas Pobres de Santa Clara, ha realizado los votos temporales el pasado 2 de febrero en el Monasterio de la Encarnación en Valdemoro (Madrid), dependiente del Monasterio de Santa Clara de Soria.

Nos alegramos por ellas porque es una bendición que dos jóvenes de nuestra comunidad velen por todos nosotros y de parte de ellas os transmitimos su petición de oraciones por este gran paso que han dado.

J.T.H.

Exposición Biblia y cultura, en la parroquia

Con motivo del Año de la Fe, la Parroquia Divino Pastor ha acogido en el mes de enero la Exposición “Biblia y Cultura” y la propuesta de “Cada Católico con su Biblia”, una iniciativa de la Sociedad Bíblica Española que tiene como fin promover el conocimiento de la Biblia entre los fieles católicos. A la inauguración acudió el obispo de la diócesis D. Joaquín. La exposición, que tiene carácter itinerante, cuenta con 36 paneles catequéticos sobre la Biblia y su influencia en la cultura, además de mostrar 80 ejemplares de la biblia en distintos idiomas, lenguas y dialectos. Como parte del programa se impartieron varias conferencias formativas, se habló de “La Biblia en la Vida y Misión de la Iglesia” a cargo de D. Miguel de Oláiz (Ex Presidente del Consejo de Dirección de SB); y D. Juan Echeverría (Director de Servicio a la Iglesia Católica) habló de “La Lectio Divina”.

P.F / J.T.H

 

Inaugurada la Capilla de la  Adoración Perpetua en Móstoles

Móstoles cuenta con una nueva Capilla de Adoración Eucarística Perpetua que permanece abierta a todo el mundo, día y noche, todos los días del año. Está situada en la calle Villaamil nº 46.  Se inauguró el pasado 6 de enero, con la asistencia del obispo diocesano, D. Joaquín. La capilla está bajo la advocación de la Santísima Virgen y lleva por nombre “Madre de los sacerdotes”

“Primero vamos a Cristo en el Santísimo Sacramento, para luego ir a Cristo en el pobre,” decía la Beata Madre Teresa de Calcuta.  “La contemplación no está disociada de la acción caritativa, o como se dice hoy, del compromiso social, sino que para que sea verdadero y duradero ese compromiso, esa acción debe ir precedida de la adoración. Porque en la adoración la persona recibe todo lo que después debe llevar al mundo. Recibe la paz, las fuerzas, el amor para ir a los demás.” explica el sacerdote Justo Antonio Lofeudo, Misionero de la Santísima Eucaristía y promotor de la Capilla, y añade: “La adoración se desarrolla en silencio, pero un silencio pleno de la Presencia. Una Presencia que le habla a nuestro silencio. Un silencio que se vuelve escucha de Aquél que es la Palabra. Un silencio que nos rescata de tanto ruido que aturde. La capilla se vuelve así un oasis de paz que permite detenerse en el ajetreo de la vida para pasar un tiempo con el Señor y recibir su paz y sus gracias. Es una puerta abierta al Cielo que permanece abierta. Es un espacio de reencuentro con Dios. Es una escuela de crecimiento espiritual porque Jesucristo, aún en nuestro silencio, tiene el poder de transformarnos en cada hora de adoración, tiene el poder de hacer nuevas todas las cosas. (…) vemos que aún muchos de los que dicen tener fe, su fe es cansada. Vemos tanta tristeza y hasta desesperación porque el mundo de las cosas, del dinero, del tener, se está derrumbando. Porque falta el trabajo y como también suele faltar la fe, ya que no se la ha alimentado con la oración, entra la depresión y la desesperación que puede desembocar en tragedias.” “Debemos acoger la inquietud por el hombre, para que se satisfaga el deseo de Dios, para que lo conozcan y se salven. (…) La Capilla de Adoración Perpetua será escuela de oración, constante, permanente. Enseñará a orar y a no perder nunca el contacto con Dios.” afirmaba el obispo de Getafe en la homilía de la misa de inauguración.

Javier T. Hernández

 

 Un mes en Camerún

Mi nombre es Eva. Soy enfermera y pertenezco a una ONG que tiene como objetivo tratar de mejorar las condiciones de vida de la población más desfavorecida de Camerún.

Siempre he tenido la inquietud de colaborar con una ONG en África y cuando surgió la oportunidad no dudé en hacerlo. Viajé a Camerún y estuve un mes colaborando en un proyecto de salud, acudiendo a las escuelas de los diferentes campamentos de la región en la que nos encontrábamos.

Cuando llegué allí me sorprendió mucho lo diferente que es su forma de vida con respecto a la nuestra. Antes de realizar el viaje te cuentan cómo es su estilo de vida, la situación tan precaria en la que viven, pero hasta que no lo ves con tus propios ojos no te das cuenta realmente la magnitud del problema.

Una actividad tan básica y mecánica como es abrir el grifo y beber agua potable, allí es totalmente diferente, ya que la gente acude con garrafas a los pozos para extraer agua potable, y en ocasiones puede ocurrir que no funcionen bien o se encuentren algo lejanos al poblado. Esta situación puede llevar, en ocasiones a que beban agua directamente de ríos, sin ser tratada, lo que conlleva a padecer enfermedades que en nuestra sociedad consideramos impensables.

Nuestra labor consistía en acudir a las escuelas de los diferentes campamentos para formar a los profesores y realizar revisiones pediátricas a los niños. La primera escuela que vi me causó una gran impresión. Cuatro paredes de ladrillo, sin puertas y el suelo de piedra. Los niños acudían descalzos a clase pero,  a pesar de todo, te recibían con una gran sonrisa.

Un aspecto que me sorprendió bastante fue que los niños asumían  responsabilidades desde muy pequeños como cocinar, hacer la colada, las tareas de la casa, etc.

Mi experiencia fue muy positiva y a pesar de las situaciones difíciles y la realidad a la que te enfrentas allí, no dudaría un instante en volver.

Por último, aprovecho esta ocasión, para agradecer el interés demostrado por los jóvenes de la Parroquia asistentes a la exposición, que hice recientemente en la misma, sobre este tema.

Muchas gracias.

Eva Ballestero

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